Por: Lillian Ramos – Capellana – 13/mayo/2025
La palabra griega “adokimos, se refiere a una mente donde se caracteriza por la incapacidad de discernir entre el bien y el mal, así como una corrupción moral que conduce a practicar el pecado o un comportamiento de rebeldía. Es un estado mental donde se rechaza seguir y servir al Padre Eterno. Una mente reprobada no es una condena arbitraria de nuestro Creador, sino que es el resultado de una elección libre.
La adaptación y acomodo al sistema de este mundo resulta como la conducta de un sapo cuando se trata de adaptar en las aguas tibias o calientes. El sapo va a saltar, pero si de poco a poco se va ambientando llegará el momento en que se acostumbra, pero puede resultar ser fatal. Así es la adaptación a todo lo que va en contra del diseño de su Reino.
El Creador no hizo al ser humano para condenarlo, el ser humano fue creado con el regalo y privilegio de decidir. La ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia. Desde la creación del mundo, el Eterno manifestó su poder y deidad siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no haya excusas. Habiéndole conocido, no le glorificaron, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus RAZONAMIENTOS y su necio corazón fue entenebrecido, por lo cual el Padre los entregó a la inmundicia, ¿por qué los entregó a la inmundicia? Porque fue lo que decidieron, y sus mentes ya estaban REPROBADAS, (Romanos 1).
El peligro de tomar como poca cosa el andar en su luz y aprobar lo malo como bueno y lo bueno como malo. Un poco hoy un poco mañana hace entristecer su Espíritu. El egoísmo impulsa a desear y cumplir sus propios deseos no importando sus consecuencias.
Si escucha hoy la voz del Eterno no endurezca el corazón (la decisión), de enderezar los pasos y caminar en Él.
